Torres de Malory 3--Tercer curso by Enid Blyton

Torres de Malory 3--Tercer curso by Enid Blyton

autor:Enid Blyton [Enid Blyton]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788427214545
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2018-04-12T00:00:00+00:00


El desafortunado ensayo de Zerelda

La señorita Hibbert trabajaba mucho con las representaciones teatrales de la escuela. Dedicaba mucho tiempo a cada curso, y lo cierto es que conseguía resultados excelentes. Ese trimestre les tocaba el turno a las de tercero y el estreno de la obra tendría lugar después de los exámenes finales. Todas estaban encantadas de no tener que interpretar una pieza en francés: ambas Mademoiselles intervenían en la representación y, como tenían opiniones diferentes de lo que era una buena actuación, los ensayos resultaban algo desconcertantes para los actores.

—¿La señorita Hibbert asigna los personajes el primer día? —preguntó Zerelda.

—Oh, no… Cada una de nosotras debe representar todos los papeles varias veces —explicó Darrell—. Sigue este procedimiento por dos razones: dice que eso la ayuda a encontrar a la mejor actriz para cada papel y que, además, como todas acabamos sabiéndonos los personajes de las demás, funcionamos mejor como equipo.

—Vaya, es genial —repuso Zerelda esforzándose en imitar el acento británico—. Yo he estado estudiando la parte de Julieta. Me encanta. ¿Quieres oír cómo recito un par de versos?

—Bueno, me gustaría mucho, pero ya llego tarde al entreno de lacrosse —se disculpó Darrell—. Lo siento. Mira, pídeselo a Alicia. Creo que tiene un rato libre.

Pero Alicia no estaba dispuesta a admirar a la Julieta de Zerelda, así que se levantó de un salto y se apresuró a decir:

—Oh, lo siento, Zerelda. No puedo. Pero ¡estoy segura de que lo harás maravillosamente!

—Recítamelo a mí, Zerelda —le pidió Gwendoline, encantada de tener una oportunidad de complacer a la muchacha americana—. Vayamos a alguna de las aulas de música: allí nadie nos molestará. Será un placer verte actuar. Estoy segura de que lo haces muy bien. Tanto como… ¿Cómo se llamaba esa actriz a la que tanto admiras? Ah, sí… ¡Tanto como Lossie Laxton!

—Bueno, puede que aún no esté a su altura —repuso Zerelda, ahuecándose el pelo como lo hacía Lossie en las películas—. Está bien, Gwen: vayamos a una de las aulas de música.

Pero estaban todas ocupadas: de cada una surgía una melodía distinta; de todas, salvo de la que estaba al final del pasillo. Allí se encontraba Irene, poniendo sobre el papel una de sus canciones.

—Perdona, Irene —dijo Gwendoline entrando en el aula—. ¿Podrías…?

—Largaos —espetó Irene toscamente—. ¿No veis que estoy ocupada?

—Pero no necesitas el piano para nada, ¿verdad? —preguntó Zerelda—. ¿No podrías acabar lo que estás haciendo en cualquier otra parte?

—No. No puedo. Tendré que probar cómo suena la melodía dentro de un momento —explicó Irene—. ¡Marchaos! ¡Me estáis interrumpiendo!

Zerelda estaba perpleja. Nunca había visto a Irene tan enfadada. Pero Gwendoline, sí. Sabía que Irene no toleraba las interrupciones cuando estaba concentrada en su música, ya fuera componiendo o tocando el piano.

—Vamos —le dijo a Zerelda—. Vámonos.

—¡Eso! ¡Desapareced! —gritó Irene con mirada desesperada—. Me habéis interrumpido justo cuando tenía en la cabeza la melodía más hermosa. ¡Marchaos ya de una vez!

—La verdad, Irene, si solo necesitas lápiz y papel no veo por qué no puedes dejarnos usar el aula —empezó a decir Zerelda—.



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